Como cada año, en agosto, hay que acercarse por El Puerto a ver toros.
Lástima que este año uno no acudiera como parte de unos tranquilos días de sol, sardinas, coquinas y gambas. Aunque las excursiones desde Sevilla también tuvieron su encanto. Y poder ver toros con José María siempre es un placer. Vaya lo uno por lo otro.
En la primera de las tres tardes que fuimos, Ponce demostró una vez más su maestría, Castella su pundonor y toreo aguerrido y Conde no tuvo su tarde, aunque dejó algunos apuntes de su particular genialidad.
Poco más de un mes después, que es cuando escribo esto, Ponce ha tenido que cortar la temporada por una lesión de ligamentos y Castella por una ferropenia. Además, Manzanares tiene que curarse del dengue, Morante recapacita si volvernos a brindar su arte, a Liria le han hecho un tremendo destrozo un toro en Murcia,... No sé si como dicen algunos, la culpa de todo la tiene José Tomás, pero la temporada está teniendo su "guasa".
A lo que íbamos. En su primero, a un toro manso, difícil, que no humillaba ni seguía los engaños, Ponce le hizo una faena de mando y poder. A base de sitio y de una técnica impecable le fue haciendo embestir, consiguiendo al final pasajes bellísimos, sobre todo con la izquierda. En el quinto, un toro más a modo, Ponce hizo una de sus clásicas faenas, con esa estética tan personal y con un temple y una aparente facilidad apabullantes.
Conde toreó bien con la capa al segundo, lo dejó en el caballo con un recorte agitanado, pero la faena de muleta fue muy irregular, con algunas fases geniales y otras de menos confianza. Creo que a Conde hay que verle varias veces al año. Su particular forma de concebir el toreo te hace recrearte con algo mucho más artístico que trágico. Pero su escasa convicción y falta de técnica en ocasiones puede llegar a enervarte. Fue lo que pasó en el quinto, un toro más complicado con el que nunca se confió y tras cuya lidia (por decirlo de algún modo) fue despedido con una sonora bronca.
A Castella el tercero se lo llevó por delante con la capa por soltarla cuando la anganchó. Particular concepción esta del orgullo torero que consiste en no soltar los engaños, así te cueste la vida. Este toro fue luego un auténtico "regalito" con el que Sebatien demostró una gran madurez, un gran sitio y un toreo muy serio. Aunque era imposible hacer nada vistoso. Con el sexto fue otro cantar. Después de un excepcional tercio de banderilla de la cuadrilla que la plaza entera ovacionó en pie, Castella se fue al centro del ruedo, citó al toro y le dio dos pases cambiados de clamor (el segundo, de unas cercanías inverosímiles). A partir de ahí la faena fue tremendamente emocionante, con pases muy buenos, aunque las series no fueron limpias del todo. Acabó con unas manoletinas ceñidas y una estocada extraordinaria, tras la que el toro le dio aún un susto que pudo haber sido peor.
Tarde muy entretenida y reivindicación una vez más de los toros en El Puerto.
Al llegar a Sevilla ya de madrugada, seguía haciendo más de treinta grados. Y subiendo.
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