Recuperamos la costumbre de buscar a los toreros a la salida del Hotel, donde el bar, por barnizado, pudiera parecer de los años 20, con su brandy, su anisete, su impoluto camarero de pajarita antigüa y modales de galgo corredor . Por el sol, por la penumbra, por el blanco de las calles y el calor de la hora, no sabríamos si iba a torear Joselito o Ponce. Además Lorenzo es muy viejo (quiero decir muy sabio) así que pudiera ser. Allí, en el vestíbulo del Hotel, vimos niños de pecho admirados del traje de torear de los banderilleros como el hijo de Héctor se admiraba y lloraba al ver a su padre ponerse la máscara de guerra en la Ilíada.
Enrique Ponce dio una lección de lidia al primer manso que calamocheaba y al que aguantó hasta desengañarlo y enseñarle a embestir, sacando pases muy bellos. En su segundo tuvimos al Ponce de los ayudados por bajo y los adornos, como complemento del que llaman toreo fundamental (yo no sé lo que es eso), el toreo que algunos llaman "perfilero" y que a mí me parece preciosista y el aporte esencial a la tauromaquia de temple a media altura que inventó Espartaco. Así y con un sentido de la profesionalidad intachable, triunfa todas las tardes. Ha matado más de 4.000 toros, creo que los animales ya han oído hablar de él y se lo rifan en el sorteo: "como te toque Enrique pórtate bien que lo mismo te indultan". Suerte maestro, en la paternidad en ciernes y en la convalecencia.
Conde hizo lo suyo: bronca en el segundo y detalles pintureros en el primero. Mejor le hubiera ido cambiando el orden en el sorteo. Lástima que se desconfíe tan pronto. Yo creo mucho en este torero, lo he visto en Madrid triunfar de novillero muy fuerte y cuando el toro transmite y tiene raza esos desmayos suyos, esos raptos, ese compás abierto al extremo de parecer ciertamente un compás, esos andares de puntilla aflamencados, arrancan quejíos del aire. Lamentablemente le puede el miedo y cuando lo hace, sabe a ridículo o se lo afean, por el toro mayormente y por la plaza (Marbella, etc.). Esta tarde tuvo algunos de esos detalles. Dio un pase de pecho a pies juntos, atornillado, de una cadencia preciosa. Todavía me acuerdo. Fue uno ¿para qué más? Es Conde.
Castella lucía el terno que yo llamo Napoleón y oro, por lo azul, como en los retratos de J.L. David. Este torero es un mariscal, por lo adusto, claro que también tiene ascendencia polaca, por lo que lo mismo es un húsar o un cosaco o un jinete de la caballería del ducado de Varsovia, desde luego es un militar en la plaza de estirpe antigua, con un sentido del honor inusitado y un valor "a prueba de bombas". En el primer toro estuvo y valió, porque el toro no valía, lo avisaba y se le despachó con la debida eficiencia. En su segundo, hizo lo suyo del pase cambiado, de frente por detrás, lo que algunos llaman "pedresinas" que impacta y angustia. En la Plaza del Puerto el toro al llegar a la muleta lleva recorridos 25 mts, con 500 kilos de carne y cuerno y a unos 40 Km por/hora, calculen la cantidad de movimiento que desarrolla el animal, y va y obedece todavía a Castella haciendo un "cambio de sentido" como para multar al animal. A partir de ahí el toro repitió bien y bien lo toreó Castella que tiene un estilo a veces anulado por el encimismo de mucho empaque y belleza estaturia, la estocada fue hasta la empuñaura y salió prendido con el toro ya en el suelo. Se desquitaba Castella de la mala suerte con al espada que, junto con la anemia, los apoderados y cierta soberbia que debe modelar (¡venid a ver como muere un mariscal de Francia!) para estar en la primerísima línea de batalla, lo han apartado hasta la próxima temporada donde necesita, para sí, una Puerta del Príncipe o de Mariscal.
Y así pasó la tarde del 4 de Agosto, ¡tan lejana ya!
Mañana -hoy- cierra la temporada JT en BCN ¿has conseguido billetes, Lorenzo?
domingo, 23 de septiembre de 2007
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