Gran fin de semana el que vivimos en El Puerto de Santa María hace ahora una semana. José María ya ha dejado constancia aquí de lo que sucedió el domingo, pero me gustaría repasar también lo del sábado y hacer algunos apuntes más de esta incursión de principios de agosto en los toros del sur.
La tarde del sábado fue una tarde de muchísimo viento y una floja entrada (menos de media plaza). Los toros no ayudaron en general al triunfo, pero cada diestro volvió a evidenciar el distinto momento de forma por el que atraviesa. Cid estuvo serio y con voluntad, pero mostrando lo que le cuesta encontrar el sitio y los recursos. En su primero sufrió muchos enganchones y no alcanzó a ver cómo superar las dificultades del toro y de la ventisca, lo cual no era fácil, pero en otras temporadas lo hubiera hecho con mayor seguridad. Aun así dibujó una muy buena tanda con la derecha y cobró una buena estocada. En el cuarto, Alcaraceño volvió a brillar con los palos y Manuel Jesús dio distancia al toro al comenzar la faena, con una serie de interés, pero luego, aunque dio muchos pases, no hubo transmisión. Mal con los aceros.
Manzanares volvió a redondear una tarde excepcional a pesar del viento y de los toros. En ambos, además, con una lidia perfecta (tiene una cuadrilla realmente excepcional). Su primero fue un toro soso, flojo y que se quedaba corto. Aun así, sacó una serie muy buena al comienzo de faena y siguió instrumentando un trasteo serio y decidido, aunque no muy lucido por las condiciones del bicho. Dio una gran estocada. La faena al quinto fue magistral, de menos a más, haciendo al toro, que cabeceaba si se le llevaba por arriba y se caía si se le obligaba. Manzanares le enseñó a embestir y ligó una faena soberbia, con majestad, empaque, maestría y elegancia. Forma sublime de torear tanto en redondos y naturales, como en los adornos, larguísimos y templados. La estocada fue una de las mejores que he visto esta temporada. Sencillamente excepcional.
Perera lo intentó con el tercero. Toreó por delantales en el recibo de capa y quitó lucido por tafalleras y gaoneras. El comienzo de faena en redondo dejó algún momento bueno, pero luego, entre la escasa codicia del animal, su colocación y las ganas de meterse entre los pitones vimos poco toreo lucido. Estocada de efecto fulminante. En el sexto vimos una ejecución perfecta de la suerte de varas (al toro se le pegó poco, pero se le citó de forma magnífica y el varilarguero le picó en su sitio, sosteniendo perfectamente la embestida con la montura) y un gran tercio de banderillas. El toro no dio facilidades y no hubo nada reseñable con la muleta.
En resumen, Manzanares que sigue brillando tarde tras tarde y Cid y Perera que lo siguen intentando, pero a quienes no hemos visto acabar de romper esta temporada.
Lo del domingo ya lo ha contado José María. Sólo algunos apuntes de la tarde (de lo que sucedió por la mañana y de lo que ha pasado en Málaga habrá que hablar también, a ver si uno de estos días…). Al salir de la plaza, quienes habíamos asistido a aquel despliegue de Morante en sus dos toros y a faenas magníficas de Juli y Cayetano (una cada uno), teníamos la satisfacción de haber vivido una gran tarde de toros. Al comprobar la información de los portales, sin embargo, tuve la sensación de que los que contaban lo que allí había sucedido tenían más interés en la voltereta de Morante y su fallo a espadas que en el magisterio cumbre de sus dos faenas. Reconozco que no consigo a entender si a estos tipos les gustan los toros, qué toros y qué toreo. Qué es lo que pretenden ver en el ruedo.
Lo de Morante (más allá de la voltereta y de su desacierto a espadas) fue sensacional. Volvió a reinventar la verónica, lenta, mecida, acompañándolas con todo el cuerpo, guiando al toro en su viaje. Un despliegue capotero sin igual. Y con la muleta dio dos lecciones completas de improvisación y gracia, de toreo hondo, profundo. A quien vaya a ver series continuadas de derechazos y naturales puede parecerle que las faenas no fueron completas, que hubo solo retazos y falta de ligazón. Pero quien quiere busca una obra de arte, con un sentido, con una trama, una obra única con un estilo distinto, reconocerá en Morante un auténtico genio. Toreó excepcionalmente con ambas manos, con una quietud impresionante, quedando inmóvil la pierna de apoyo y girando en torno a sí para llevar al toro en un toreo circular genial. La naturalidad de cada pase, del modo de andarle a los toros, de realizar el embroque, de salir de las suertes, de ejecutar cada pase, era única. No, no era una faena que pudiera traerse estudiada de casa, era una obra de arte impresionista que dota al conjunto de una coherencia absoluta. Y todo ello aderezado con momentos de inspiración sublime como esos tres o cuatro pases que le dio a su primero una vez ejecutada la suerte suprema, o el modo de salirse al tercio con la muleta calada desde las tablas y brindar como una parte más de la primera serie al cuarto de la tarde. El toreo de Morante es irrepetible. Como el de cualquier artista genial, que no crea escuela, que no puede crearla, porque la gracia no se enseña.
Juli demostró en el segundo el extraordinario momento que atraviesa, con una faena más convencional, pero con gran transmisión. Mucho toreo y del bueno, tanto con la capa, el recibo y en el quite por chicuelinas, como en las largas series con ambas manos en la faena de muleta.
Tampoco acertó con los aceros. El quinto fue un toro soso y se estrelló su voluntad con la nula clase del morlaco.
Cayetano salió espoleado en el tercero y aunque no pudo hacer nada con el capote, dio alguna serie lucida y honda con la muleta. Tiene mucha clase, casta para las citas importantes (y esta lo era), pero le falta un punto de técnica, de rapidez para ver al toro e improvisar en la cara. Brindo el sexto a sus compañeros de terna en un gesto torero para rematar una tarde grande, pero el toro no respondió y no hubo mucho más que hacer.
Gran tarde de toros con un Morante en estado de gracia, un Juli muy importante y un Cayetano peleando a base de clase y pundonor.
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1 comentario:
Grandes tardes de toros.
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