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domingo, 16 de agosto de 2015

Reflexiones ante una situación de urgencia - 2. La necesaria estructura de promoción y defensa de la tauromaquia


Para esta labor: defender lo nuestro, reivindicar la necesidad de una cobertura justa en los medios y poner de manifiesto las debilidades de los argumentos de los antis hace falta una estructura con organización, estrategia y medios. No bastan los llamamientos al buenismo de los aficionados. Ni siquiera el trabajo serio y bienintencionado de muchos que han elaborado datos económicos, de asistencia, recaudación,... Hace falta una estructura que agrupe la tauromaquia. Como la que existe en cualquier otra actividad cultural (cine, teatro,…). Una estructura seria con medios suficientes que represente una interlocución única con las administraciones y los medios y que organice la promoción y la defensa de la tauromaquia.
Sin embargo, crear esta estructura es tremendamente complicado en lo taurino por muchas razones. Primero, por una inercia histórica que hace que cada uno de los partícipes del negocio taurino mire sólo por sus propios intereses y a corto plazo. Y después, o tal vez como origen de lo anterior, porque sus actores son muy endebles económicamente y su relevancia en el sector es mudable con tremenda facilidad: los toreros y las ganadería que hoy son importantes no saben si lo serán dentro de tres o cuatro años y los empresarios dependen por lo general de contratos con las administraciones públicas de duración muy limitada. Tal vez por eso, los únicos que de verdad tienen una organización fuerte y poderosa, son banderilleros y picadores, con una organización sindical de férreas convicciones y consignas…
Además, los distintos estamentos taurinos han mirado siempre con recelo a los que pasan por taquilla. El fenómeno asociativo vinculado con la actividad taurina (peñas, asociaciones, foros,…) es único y masivo en un país como España, donde tan reacios somos a cualquier tipo de organización de la sociedad civil. Pero es, en general, y salvando muy pocas pero notables excepciones, un asociacionismo lúdico. Y, en todo caso, con asociaciones independientes sin coordinación real para realizar tareas comunes. Además, empresarios y toreros prefieren público de aluvión y aplaudidores entregados antes que aficionados exigentes y críticos. Por eso, no han aprovechado y han echado tierra sobre numerosos trabajos desinteresados de aficionados que, vinculados al mundo académico o profesional, han realizado aportaciones de muchísimo valor en los últimos años. Y más podrían haber hecho de haber tenido una mínima ayuda por parte de los que viven de esto. Hay quien dice que la mediocridad de la mayoría de los que conforman el sector taurino es la causa de este comportamiento con aquellos aficionados, a los que ven como potenciales enemigos que pueden ponerles en evidencia.
También por este motivo, los únicos intentos serios de crear una cierta organización (Mesa del Toro y similares) han acabado en un rotundo fracaso. Se trataba de representar a los sectores, con una dotación presupuestaria insuficiente y donde los puestos no se eligieran entre profesionales reputados, sino por cooptación entre los mismos de siempre, sin experiencia ni capacidad en las labores a las que la institución estaba llamada.
Sin embargo, a pesar de las dificultades y de los fracasos anteriores, esta estructura que defienda y promocione la Fiesta es imprescindible y urgente. Imprescindible porque los ataques que está recibiendo la Fiesta en este momento vienen de muy diversos ámbitos y hay que hacerles frente de forma contundente y profesional. Y urgente porque, a pesar de los antis, la Fiesta vive ahora un momento bueno en número de festejos, que permite un discurso optimista y una financiación aceptable; pero nada garantiza que si los ataques continúan este optimismo pueda mantenerse.
Esta estructura debe partir de los profesionales, pero debe organizarse al margen de estos. Debe tener carácter independiente, con una financiación suficiente y estable (un porcentaje o cantidad fija por cada entrada vendida), unos objetivos claros y un mandato concreto. Debe tener una cabeza visible independiente de los taurinos, con experiencia profesional en la gestión y aglutinar un equipo de profesionales de, al menos, la comunicación, la economía, el derecho y la veterinaria. No debe suplantar las reivindicaciones concretas de cada sector, ni las relaciones entre estos, sino promocionar y defender la tauromaquia en su conjunto. Tratar de hacerla más visible en los medios, ser interlocutor con todas y cada una de las Administraciones y defender jurídicamente a cada profesional o aficionado que sea agredido por los antitaurinos, o al conjunto de la tauromaquia cuando esta sea agredida en medios, manifestaciones ilegales, etc.
Si fuera posible, deberían añadirse, para mí, dos actuaciones promocionales clave. Por un lado, la creación de unos premios anuales de la tauromaquia con una gala del mismo nivel que las existentes para el cine (Goya) o teatro (Max). El esquema ya está inventado y en la tauromaquia lo ha iniciado, con pocos medios y un alto nivel de excelencia, el Foro de la Juventud Taurina. Pero hay que hacerlo aun más grande, incluir más categorías y conseguir que se retransmita en TVE igual que se hace con los Goya o los Max. La segunda sería incentivar y ordenar la investigación universitaria en toro a la tauromaquia en sus diversos ámbitos. La Universidad es un espacio en el que se han hecho cosas muy interesantes, pero deslavazadas. Darle coherencia y algo de financiación puede ser clave para el futuro.

Los detalles de la forma de organización de este ente, su dirección, control, etc. exceden de este análisis. Se han hecho propuestas al respecto: Ángel Moreno y Andrés Verdeguer plantearon una líneas maestras sobre una Academia de la Tauromaquia; en Francia el ejemplo de organización es extraordinario; otros han hablado de extraer ideas del Fútbol, o de la Academia del Cine,… Lo cierto es que, a diferencia de Francia donde aficionados con un alto nivel profesional han estado involucrados en la gestión de la Fiesta desde hace muchos años, en España la iniciativa tiene que partir de los estamentos profesionales (UCTL, ANOET, Unión de Toreros y similares). Pero deben hacerlo sólo para convocar y estructurar algo que, una vez creado, sea gestionado por profesionales. Será un acto de generosidad. Tanta, que les puede asegurar la pervivencia de sus empresas por mucho más tiempo que si no se hace nada.

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