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martes, 1 de marzo de 2011

¡Qué desastre!

Iba a escribir una entrada pesimista sobre Vistalegre. O mejor, sobre lo que se ha escrito después de Vistalegre.

Iba a criticar a quienes sólo se han fijado en el toro, en su supuesta falta de presencia, para minusvalorar la faena de Morante: “no entre aquí quien no sepa geometría”, dicen que se leía en el frontispicio de la Academia de Platón, pues lo mismo para estos agoreros con la faena del de La Puebla… O a quienes han vapuleado a El Cid, que habrá estado mejor o peor con el sexto de Núñez del Cuvillo, pero que dio pases grandiosos y que sólo por el duro camino recorrido merece siempre crédito y admiración. O a quienes no reconocen nada de lo que hace El Juli y, si acaso lo reconocen, es para decirle que como es tan poderoso tiene que hacer una machada cada tarde… O a los pesados que comparan los de Cuvillo o los de Garcigrande con ovejitas o peluches (no he conseguido llegar a entender qué toro quieren que salga, quién tiene una ganadería que asegure espectáculo y diversión con una regularidad mayor que estos, que Victoriano del Río o que El Pilar).

Iba a quejarme nuevamente de la falta de público, de la falta de compromiso con la Fiesta que supone en momentos como estos, de la falta de imaginación de la empresa para hacer publicidad o atraer a más espectadores, de lo alto que son los precios,…

Iba a indagar en por qué la mayoría de los más activos en la red son siempre tan pesimistas, tan críticos, tan cansinamente cenizos,… Por qué se empeñan en decir que uno no puede ir a los toros a divertirse.

Iba a quemarme la sangre pasando un mal rato escribiendo una entrada de quejas y críticas variadas. Pero no me da la gana. Los únicos quejíos que sirven son los de las gargantas rotas de los flamencos. A los aficionados lo que nos toca es dar buenas noticias y a los profesionales del toro, hacer lo posible para que éstas vayan surgiendo cada vez con más frecuencia.

Y la Feria de Vistalegre ha sido una buena noticia. Hemos sido muchos los que hemos ido. A pesar de lo que hemos pagado, hemos podido comer al día siguiente y, en ocasiones, tomarnos una copa al salir. Hemos visto mucho toreo del bueno. Y muchos animales que han embestido, algunos con casta y con transmisión. Hacía meses que no veíamos a las figuras en una plaza y siguen teniendo un sitio envidiable, lo cual augura una temporada excepcional. Hemos gozado de un modo que no hay forma de explicarlo ni de cuantificarlo. ¿Y encima vamos a quejarnos?

Ya sé que hay cosas que mejorar. Y que habrá también que contarlas. Pero en voz más baja y en menos líneas. Porque la temporada ha empezado y lo ha hecho muy bien. Y porque estoy seguro que en festejos como estos hay gente ajena a la Fiesta que puede hacerse aficionada. Y los que ya somos aficionados podemos ilusionarnos aún más de lo que cada torero, con cada toro y en cada plaza puede depararnos. Y volver a las carreteras y a las Plazas. Ya estamos soñando con Olivenza y con Sevilla y con El Puerto...

Señores, la temporada será otra GRAN TEMPORADA. Y si todos cantamos en alto sus grandezas y decimos más bajo y con menos saña las miserias seremos más felices, y haremos que sean más los que disfruten con ésta que es nuestra pasión.

1 comentario:

franmmartin dijo...

Es bueno que haya optimistas,pero ya decía Platón que del exceso de optimismo a la insensatez hay corto trecho.

Uno de los "cenizos" aludidos