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lunes, 24 de enero de 2011

Reflexiones sobre el nuevo concurso para la adjudicación de la Plaza de Las Ventas (4 de 7)

En la entrada anterior, después de repasar la adjudicación de 2006 que llevó a Taurodelta a gestionar la Plaza de Las Ventas exponíamos cómo esta Plaza tiene carteles bastante malos durante toda la temporada, una Feria de San Isidro manifiestamente mejorable y una repercusión social en franca decadencia. A pesar de lo cual aún es un muy buen negocio para la Comunidad y para la empresa gestora. Indicábamos, por eso, que la Comunidad tiene que plantearse con seriedad, antes de elaborar el nuevo Pliego, cuáles son los objetivos que quiere conseguir en la gestión taurina a su cargo. A esos objetivos es a los que dedicamos hoy nuestra reflexión.

Al referirnos al Pliego de 2006 decíamos algo que a muchos sonaría a extraño tecnicismo jurídico, pero que tiene una importancia crucial: que el concurso convocado para elegir el gestor de la Plaza de Las Ventas era un concurso de gestión del servicio público de la explotación de la Plaza de Toros. Es decir, la Comunidad de Madrid considera la actividad taurina un servicio público (igual que puede serlo suministrar el agua o limpiar las calles). Si esto es así, ¿qué es lo que resulta esencial en este “servicio”? ¿Qué es lo que la Comunidad tiene que garantizar a los madrileños? Por seguir con la comparación con el agua, ¿tiene que garantizar que haya agua en todas las casas, un agua de calidad, un agua a un precio determinado,…? Y en materia taurina, ¿qué? ¿Se trata de que haya muchos festejos o que haya festejos muy buenos, aunque sea menos? ¿Se trata de que los precios sean muy bajos o que haya festejos de interés, aunque los precios sean más altos? ¿Se trata de que cualquier torero pueda torear en Madrid para hacerse un hueco o que sólo los que han demostrado su valía debuten en Las Ventas?

La respuesta a esta y a otras muchas preguntas es lo que determinará el Pliego que se haga. O viceversa, el Pliego que se haga demostrará cuál ha sido la respuesta que se da a estas preguntas, se las haya formulado o no el Centro de Asuntos Taurinos. Y es evidente que en la mente de cada político y de cada aficionado hay un modelo distinto de lo que considera que debe ser la Plaza de Las Ventas.

Expongo ahora cuáles son, para mí, estos objetivos, explicando brevemente cada uno de ellos:

  • A mi juicio, la Feria de San Isidro debe ser la mejor feria de la temporada. Una Feria donde todos los carteles sean carteles rematados, donde las figuras repitan varias tardes, donde estén las mejores ganaderías con sus mejores toros (con los mejores, no con los más grandes o los más aparatosos). La Feria tendría que estar hecha para que todas las tardes fueran tardes de triunfo grande. Luego, podrá serlo o no. Pero todos sabemos que hay combinaciones que aseguran en mayor medida el triunfo que otras. En San Isidro todas las combinaciones deberían ser carteles que justificaran a cualquier aficionado hacerse quinientos o seiscientos kilómetros. Obviamente esto supone hacer una Feria de San Isidro de no más de dos semanas. Y sería una Feria muy cara. Habiendo menos festejos, creo que no debería haber problema para que subir las entradas de esta Feria un porcentaje relevante respecto a los precios actuales (pero subir sólo los precios de estas corridas, no las del resto de la temporada).
  • La Feria de San Isidro tendría que tener una repercusión absoluta en Madrid y en todo el mundo por su actividad taurina durante esos días. Habría que salir en todos los medios de comunicación por la actividad taurina y por la actividad paralela que se organizara. Tendría que presentarse esos días los mejores libros taurinos. Tendría que haber conferencias de ilustres intelectuales aficionados a la Fiesta. Tendría que haber exposiciones artísticas de alto nivel en galerías de arte. Tendría que haber conciertos y espectáculos relacionados con el ámbito taurino (desde flamenco a danza, pasando por presentación de películas, etc.). Tendría que haber entregas de premios del más alto nivel y que congregaran a los mejor de la sociedad. Tendría que haber actividades gastronómicas, lúdicas, turísticas,… relacionadas con el mundo taurino. La Plaza de Las Ventas y sus alrededores deberían ser una muestra de lo mejor que haya en relación con la actividad taurina: deberían montarse stands, casetas, carpas,… para conseguir acercar a la gente al mundo de la Tauromaquia. Allí y en El Batán, que debería recuperarse para exponer los toros, que hubiera clases prácticas para aficionados, actividades para niños, actividades abiertas de la Escuela de Tauromaquia,… Durante esos quince días debería ser posible estar todo el día con actividades taurinas, con las mejores actividades taurinas. Y la empresa gestora del coso debería ser la responsable de coordinarlo todo y de hacer una labor de comunicación que acercara estas actividades al público en general a través de televisión, radio, internet, periódicos, etc.
  • El resto de la temporada debería conseguirse hacer carteles mucho mejores que los actuales, carteles de los ahora habituales en San Isidro, probablemente. Habría que dar libertad al empresario para organizar la temporada dentro de ciertos límites. Por ejemplo, que se pudieran hacer cuatro o cinco mini-ferias de cinco o seis festejos cada una. Pero mini-ferias que en ningún caso estuvieran unidas (o cercanas) a San Isidro, ni entre sí. Se trataría de que concentrando en ciertos momentos la publicidad y la comunicación, la Plaza pudiera tener actividad durante más tiempo, pero que eso no eclipsara la Feria de San Isidro que debería ser el gran centro de la actividad taurina de todo el año. De cara a asegurar ciertos ingresos, podría exigirse que los abonados, para mantener su abono, tuvieran obligación de adquirir, además del de San Isidro, el de Otoño y el de una de estas ferias (para lo cual todas ellas tendrían que anunciarse de forma conjunta, para que los aficionados, a la vista de los carteles optaran). De este modo, se aseguran unos ingresos mínimos globales y se abre la plaza a que espectadores interesados puedan ir a corridas de cierto interés a las que ahora no pueden ir por lo difícil que es conseguir entradas en San Isidro. ¿Por qué no hacer, por ejemplo, una feria de toreros “artistas”, otra de ganaderías de distintos encastes, otra de toreros no españoles,…? Madrid tiene que ser plaza de temporada, pero no con carteles absurdos cada domingo, sino de forma coherente y atractiva.
  • En la medida de lo posible, habría que evitar que Las Ventas fuera la plaza de las oportunidades para los novilleros. Los novilleros que vengan a Madrid tienen que ser los mejores del circuito, no los que se juegan a cara o cruz estar en la profesión si tienen suerte y hacen algo que mantengan la posibilidad de torear una o dos novilladas cada temporada.
  • Igual sucede con los toreros de alternativa, aunque en este caso sí pueden insertarse en distintos carteles toreros que no están en el circuito, pero que está contrastada su valía y que, por distintos motivos, torean poco (caso de Juan Mora, Víctor Puerto, Manolo Sánchez, Luguillano,…). En la medida en que fuera posible, habría que ponerlos con ganadería que dieran alguna oportunidad de triunfo.
  • Las Ventas tiene que ser una plaza donde se vea lo mejor de la cabaña ganadera y donde se vea la variedad de la cabaña ganadera. Para ello, y hay que decirlo sin tapujo, hay que rebajar la exigencia en el trapío del toro. Hay que hacer que venga un toro con un cuajo adecuado a su encaste, y dentro de la ganadería debería venir aquello que el ganadero considere que tiene más posibilidades de embestir, no lo que sea más grande, lo que tenga más culata o lo que sea más cornalón o enmorrillado.
  • Las Ventas tiene que ser una plaza abierta durante todo el año a la actividad taurina, a los aficionados y al público en general. Tiene que dinamizarse el Museo Taurino, tienen que organizarse de forma coherente y darse mejor a conocer las actividades culturales que se realizan en la plaza, debería abrirse la biblioteca y videoteca que al parecer están en proyecto y que podrían convertirse en punto de encuentro de aficionados durante todo el año. Si además tuviera una cafetería con TV donde se emitieran vídeos taurinos mucho mejor.
  • Hay que abrir la Escuela de Tauromaquia a los aficionados y enlazarla con la gestión de la Plaza de Las Ventas. El éxito de los cursos de iniciación para aficionados demuestran que son (somos muchos) los que queremos estar en contacto con este mundo y conocer más sobre él. ¿Por qué no habilitar un espacio, como al parecer existe en la Plaza de Valencia, para que un día a la semana –los viernes- los aficionados vayan y puedan torear de salón? ¿Por qué no organizar un programa anual de conferencia para los chavales de la Escuela que esté también abierto a los aficionados?
  • Hay que organizar actividades que de verdad acerquen el toreo a niños y jóvenes.
  • Hay que mejorar la página web de Las Ventas y crear un verdadero canal de comunicación con los aficionados.
  • Hay que cambiar la banda de música, que aunque aquí no toque durante la faena, cuando suena debería sonar como una verdadera banda (como la de Sevilla, Málaga, Valencia,…) y no como una charanga.
  • Aunque es materia de la Comunidad de Madrid y no de quien gestione la actividad taurina, debería hacerse un estudio serio para hacer la plaza más cómoda y para evitar que la lluvia o el viento entorpezca la celebración de espectáculos. Es claro que se trata de un edificio protegido y que el número de abonados hace difícil buscar soluciones (que en muchos casos pasarían por reducir el aforo), pero seguro que se puede ir avanzando en soluciones que son viables técnicamente y que habrá que conseguir implantar si queremos dotar a la Fiesta del prestigio y el respeto que se merece.

Esta es mi visión de lo que creo que debería ser la gestión del servicio público de explotación de la Plaza de Toros de Las Ventas. Esto y no otras cosas. Y conforme a estos criterios deberá decidirse cuál es el mejor sistema de gestión (gestión interesada, gestión directa, comisión taurina, concesión…) y cómo ha de elaborarse el Pliego, en el caso de que no se trate de una gestión directa. A ello dedicaremos las dos siguientes entradas.

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