Estos días del final de la temporada (laboral, que no taurina) han sido infernales. Tanto que no me han permitido dejar constancia aquí de algunas reflexiones sobre la barbaridad del Parlamento catalán. Eso que han ganado ustedes, porque la brillante entrada de José María ha puesto un notable punto de belleza donde se hacía más que difícil extraerla.
No quiero, por eso, aburrir, con digresiones sobre la libertad, los aspectos jurídicos, las razones identitarias (y no de defensa de los animales),... Sólo algunos apuntes que, si vamos cogiendo pulso los próximos días, tal vez desarrollemos.
1.- Los únicos culpables de lo que ha sucedido en Cataluña son los políticos que han votado a favor de la prohibición. Políticos mediocres que se empeñan en llevar a la Ley su visión de lo correcto y lo adecuado. Lo ha dicho excepcionalmente Savater en su artículo de hace un par de días en El País.
2.- Los principales responsables de que se haya podido perpretar este liberticidio son, sin embargo, los taurinos. Su falta de organización, lo casposo de sus instituciones, lo provecto y venerable de sus representantes, la falta de imaginación, la nula capacidad de convocatoria, el absoluto desconocimiento de los resortes de la comunicación, el compadreo con políticos y medios de comunicación, hace que su voz no se haya oido prácticamente nada y que lo que han dicho haya sido perfectamente prescindible. La prohibición podría haberse evitado con una actuación contundente desde dos o tres semanas antes. Desde luego, fuera de Cataluña. Con una actuación contundente que hiciera ver a las empresas catalanas que los aficionados somos muchos y estamos dispuestos a modificar nuestros hábitos de consumo y financieros si toman decisiones equivocadas. Y las empresas se lo hubieran explicado con cierta urgencia a CIU, que hubiera cambiado sin grandes conflictos morales el sentido de su voto. Pero para eso, como digo, hay que estar organizados, tener presencia en los medios y ser portadores de una credibilidad de la que carecen absolutamente las instituciones taurinas.
3.- La labor de los medios de información generales (Y TAURINOS) ha sido, salvo escasísimas excepciones, realmente penosa, llena de tópicos y lugares comunes y sin reflexiones nuevas, sin ordenar las ideas de modo coherente y sin aportar elementos relevantes para el juicio de los lectores. Un absoluto aburrimiento.
4.- La blogosfera taurina sí ha dado muestras de cierta creatividad e imaginación, de exaltación a veces y de mesura otras. Pero, en todo caso, de vitalidad. El problema es que la gran virtud de la red (la absoluta autonomía de cada ciudadano frente a su ordenador) implica una considerable dificultad para dar coherencia y trasladar a la práctica de forma ordenada todas las propuestas. Esa debería ser una de las labores de los taurinos. Pero parece que no están por ello.
5.- Jurídicamente, ya lo dijimos hace tiempo en este mismo blog, quien ha estudiado mejor este asunto desde una perspectiva constitucional es Gabriel Domenech, un profesor de derecho administrativo de la Universidad de Valencia que tiene dos extraordinarios trabajos: uno en la Revista Jurídica de Castilla La Mancha y otro en El Cronista del Estado Social y Democrático de Derecho. El blog "Los Toros en el siglo XXI" hace un interesante resumen de los argumentos por los cuales esta prohibición es inconstitucional. A ninguno de los taurinos se le ha oido hablar de estas razones ni de estos trabajos.
6.- La actuación del Partido Popular presentando una iniciativa parlamentaria para modificar la actual normativa taurina y señalar la competencia estatal va en la dirección adecuada, pero, a mi juicio, el asunto debería tener un alcance y contundencia mayor que el texto propuesto que no sirve casi nada para los fines que dice pretender.
7.- La actitud del Presidente del Gobierno y sus secuaces diciendo "respetar" la decisión y pidiendo que no se politice todo suena a cachondeo. Primero, porque uno no puede respetar las decisiones que conculcan derechos individuales, y es de esto, y no de toros ni de derechos de los animales, de lo que estamos hablando. Segundo, porque esto es un asunto político porque los políticos se han metido a regular la vida ciudadana y sus costumbres. Si nos dejaran en paz y no se dedicaran a jodernos con leyes absurdas, no politizaríamos nada. Son ellos los que llevan a la política y a las leyes, costumbres y ritos que deberían estar fuera de su perversa intención regulatoria. Y tercero, porque el respeto a toda decisión autonómica, sea razonable o no, y esté dentro de su ámbito competencial real o del que quiera imaginar cada reyezuelo regional, no es sino un modo de cargarse la igualdad de los ciudadanos de este país.
8.- La prohibición de los toros en Cataluña no es, en definitiva, un problema eminentemente taurino. En Cataluña se dan al año 20 corridas de toros. El problema es un problema de libertad. Y la libertad restringida a un solo ciudadano es un atentado contra la libertad de todos. Y es un problema que deja al aire las miserias de la organización de un ritual cuya verdad y estética ha crecido de forma magistral en los últimos años, pero cuya conexión con los ciudadanos ha perdido importancia por los vetustos esquemas organizativos en los que sigue anclado.
sábado, 31 de julio de 2010
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1 comentario:
Gracias, Lorenzo, de acuerdo en todo, ¡cómo no! Mañana nos vemos en Huelva, en la otra punta como quien dice de España, perdón de Cataluña.
Y torea Morante,
y el Juli
y Perera.
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