La tarde no ha dado para mucho que contar (mucho bueno, quiere decirse).
La tarde comenzó con un minuto de silencio en recuerdo a los veinticinco años de la muerte de Paquirri que acabaron siendo quince segundos porque aquí todo el mundo va con prisa.
Javier Herrero, el novillero que abría cartel, ha sido cogido por el cuarto, un toro peligroso y mal lidiado. Le ha cogido, además, después de haberle avisado varias veces. Soy de los que ha aplaudido cuando, después de una voltereta, ha vuelto a ponerse al natural, demostrando pundonor y ganas, pero tal vez la colocación no era la precisa con un novillo como aquel y ha terminado por calarle (20 centímetros) después de un voltereta muy fea.
Este novillo se arrancó antes de cobrar el primer puyazo al caballo que guardaba la puerta y el picador descabalgó con premura. El caballo salió huyendo y, después de atravesar en diagonal la plaza absolutamente desorientado, se topó con la barrera, cayendo al suelo y rompiendo todas las tablas del lugar en el que se estrelló. Afortunadamente pudieron levantarle, pero la sensación de impotencia del animal corriendo por la plaza fue tremenda. Tengo la impresión de que si el caballo llevara uno de los ojos descubiertos, como manda el Reglamento, estas cosas no ocurrirían. Y si el picador no hubiera bajado del equino, tampoco.
En su primero, Herrero estuvo voluntarioso, pero evidenció falta de técnica de forma preocupante.
Pablo Lechuga creo que es el líder del escalafón, pero su tipo de toreo, por colocación, falta de ajuste y hondura, no es bien recibido en Madrid. Los animales no colaboraron, pero él tampoco entendió muy bien las necesidades de un toreo más serio y profundo, como el que aquí se exige. Lo peor, en todo caso, los hooligans que trajo y que, desafortunadamente, estaban sentados al lado de mi abono.
Jouber, sin embargo, ha demostrado ganas y muchísimo gusto, aunque también le falta oficio (algo que, teniendo valor y hondura, no es preocupante en un novillero). Ya lo vimos hace años en Vistalegre cuando se anunciaba Tomasito y nos gustó. Hoy ha estado muy serio y ha tenido momentos buenos, sobre todo en el sexto toro, que ha sido el que, hasta mediada la faena, más ha colaborado. Parece que va a ser el próximo discípulo de Antonio Corbacho, y de hecho andaba por el callejón junto a él. Esperemos que le infunda la seriedad que siempre imprime a todos sus toreros, pero sin ahogarle. Y que Francia pueda brindarnos otra figura.
domingo, 27 de septiembre de 2009
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