Afortunadamente, a veces uno tiene la suerte de ver toros de encaste y comportamiento distinto del habitual fuera de los grandes ciclos (Madrid, Sevilla, Bilbao, Valencia,…).
Este ha sido el caso, por ejemplo, de Illescas, donde El Fundi, Luis Bolívar y Alberto Aguilar se han enfrentado a una interesante corrida de Victorino. Toros menos aparatosos y con menos kilos que los que salen en Madrid o en Bilbao, pero con un comportamiento similar. Toros encastados, aprendiendo mucho, algunos tobilleros, pero un par de ellos con muchísima transmisión y siguiendo muy bien los engaños si se les hacían bien las cosas.
Uno agradece que en localidades medianas, además de hacer cosos nuevos tan cómodos y de fácil acceso como éste, se preocupen de mantener la diversidad de la Fiesta (y, además, a precios asequibles). Porque la emoción de este tipo de toros es imprescindible, como lo es la existencia de toros “artistas” que permiten el lucimiento con un toreo más reposado y cadencioso. Lástima que las figuras no lo sientan así. Que no podamos ver a José Tomás, a Ponce, al Juli (o a los que están en la lucha: Manzanares, Castella, Talavante,…) con estos toros de vez en cuando. Alguna vez lo hicieron. Como “gesto”, pero como algo extraordinario, no como parte de la necesaria diversidad en una campaña.
Por eso es tan importante lo que hace El Cid en Sevilla y en Madrid. O que Perera haya escogido uno de Victorino entre la diversidad de ganaderías para su encerrona de Zafra al día siguiente de la de Madrid. Esto (lo del victorino y lo de dos encerronas consecutivas para acabar la temporada, una de ellas en Madrid) es lo que hace una figura con ambición por mandar de verdad en el toreo.
Igual que sería de agradecer que a los toreros que habitualmente tienen que lidiar estos encastes les permitieran de vez en cuando darse un respiro de cuvillos, jandillas, juanpedros, victorianodelrío y similares. El Fundi, por ejemplo, ha hecho méritos más que de sobra para que alguna empresa pudiera premiárselo en ciertas plazas. Y con los demás (Bolívar, Aguilar o Adame, que estaba anunciado pero no pudo estar por una inoportuna lesión pocos días antes) también podría alguien tener un detalle cada diez o doce corridas de victorinos, miuras, pablorromeros, adolfos y similares. En fin, que hubiera un poco de justicia en esta tierra para irnos preparando a la que nos han prometido que existe en el más allá.
A lo que íbamos. Que al final de la tarde dos toreros: El Fundi y Alberto Aguilar salieron a hombros. Y que junto a ellos lo hizo el gandero, a dos de cuyos toros se les había dado la vuelta al ruedo.
Y antes, el Fundi había toreado bien a sus dos toros. A su primero lo llevó bien de capa al centro del ruedo, quitó por delantales y banderilleó bien compartiendo el tercio con Alberto Aguilar. El toro no erá fácil, reponía mucho y llevaba la cara alta. Por el pitón derecho consiguió, sobre todo mediada la faena, pases largos y templados llevando al toro siempre embebido en la muleta. Por la izquierda cualquier intento de toreo era imposible. Mató de dos pinchazos y una buena estocada y le premiaron con la primera oreja.
El cuarto fue un toro que permitió una faena larga, y al que dieron una vuelta al ruedo probablemente excesiva. Hubo buen recibo de capote, un ceñidísimo quite por chicuelinas y un buen tercio de banderillas, aunque algo extenso y con muchos capotazos. Empezó la faena en redondo en el centro del ruedo y demostró que el toro iba, pero que sólo se le podía alargar la embestida si se le llevaba por bajo, siempre muy toreado. Hubo buen toreo por ambos pitones (al natural, sacándolos de uno en uno), aunque el toro se iba quedando cada vez más corto. Y pases de adorno vistosos para acabar la faena. La estocada recibiendo (a la segunda) fue espectacular. Sólo esa estocada justificaría una oreja. Con le resto de faena, las dos que recibió son absolutamente merecidas.
Luis Bolívar, en su primero, tuvo a un toro menos encastado que el resto de la corrida. Y su toreo tampoco llegó a entusiasmar. Mató de estocada entera después de varios pinchazos.
El quinto fue el mejor toro de la corrida. Lo recibió bien con el capote. Y ya desde el principio se advirtió que el toro metía muy bien la cara abajo. La faena de muleta la comenzó con pases por bajo. En el toreo en redondo dio muy poco sitio al toro y los pases no fueron de gran calidad. Con la izquierda hubo muy buen trazo, pero le faltaba cruzarse más y algo de ajuste. Mejor cuando volvió a la derecha, pero seguía quedando en evidencia que el toro iba donde le mandaban, con una clase excepcional que no llegó a aprovecharse del toro. Lo más torero, esos naturales con la diestra y cambios de mano que dio después de que el toro le arrollara y le hiciera perder el estoque simulado. Estocada entera, tres decabellos y una sola oreja de un toro que hubiera merecido una faena más rotunda. Vuelta al ruedo a un toro que sí que la merecía de verdad.
Y Alberto Aguilar fue una sorpresa agradable. Como hemos dicho, había entrado sustituyendo a Joselito Adame. Es un torero que torea poco y se le nota, pero mucho menos de lo que podría imaginarse. Recibió al tercero con buenos lances con el compás abierto, y banderilleó junto al Fundi. Con la muleta, dio series muy interesantes cuando bajó la mano, porque el toro obedecía si se le llevaba por abajo y tapado y protestaba si no se le obligaba tanto. Faena irregular con pasajes de mucho mérito. Después de algunos pases de adorno pinchó varias veces, quedando el premio en una vuelta al ruedo.
El sexto fue un toro bastante más complicado, al que le costaba repetir desde los lances de recibo con el capote. No fue fácil la lidia en el tercio de varas ni la colocación del toro en suerte para las banderillas que puso el propio matador. Con la muleta, después de un desarme, Aguilar entendió que sólo pudiendo al toro por abajo podía sacar algo lucido. Y lo hizo en varias series de muchísimo mando, lucidas y aguantando parones al toro. Cuando éste se aquerenció en tablas, lo que se perdió en estética se ganó en emoción y aún pudo sacar pases junto a las tablas. Después de una gran estocada consiguió las dos orejas que, esperemos, además de moral pueda facilitarle algún que otro contrato.
Tarde, pues, de emoción, de toros y toreros. ¡Valió la pena el viaje!
Sólo un “pero” a la organización. En el programa seguía figurando Adrián Gómez como banderillero en la cuadrilla de El Fundi. No sé cuándo se habría impreso, pero prácticamente seguro que fue después de su percance. Estos detalles deben cuidarse.
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