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domingo, 2 de diciembre de 2007

La tauromaquia de Don Juan

De entre las versiones literarias del mito de Don Juan prefiero la novela ("historia", sugería llamarla él) de Gonzalo Torrente Ballester. Un Don Juan inmortal que ha recorrido siglos seduciendo mujeres como forma de vivir en el pecado, acompañado de su inseparable criado Leporello, experto en Teología que desde su alma de diablo va relatando los devenires de su amo y justificando sus razones.

Mediada la novela, este diablo compara la forma de actuar de Don Juan con la de los toreros. Explica, podríamos decir, su tauromaquia. Que no sería mal ejemplo para los diestros de cualquier época y condición. Dice así:

"... porque el comportamiento de Don Juan se asemeja al de un gran torero. El gran torero, el torero genial, no es el que inventa chicuelinas o manoletinas, ni el que torea largo o corto, ni el severo o el adornado, sino precisamente aquel que comprende la singularidad, la irrepetibilidad de cada faena, la necesidad de torear a cada toro de una manera exclusiva, que no puede ser cualquiera, sino precisamente la exigida por el toro. El toro no es una fuerza ciega e innominada, sino un individuo tan singular a su modo como cada hombre. Por eso cada toro tiene su nombre. El gran torero, nada más ver al toro, ya sabe cómo hay que recibirlo y capearlo, cuántas puyas y de qué fuerza necesita, cuántas banderillas y de qué estilo, cuántos pases y de qué marca. Dicho de otra manera, no existe, para el gran torero, una técnica general aplicable indistintamente a cada bicho, sino una técnica concreta, exigida por aquel que está delante. El que lo descubre y es capaz de realizarla, llega al final de la faena con el toro cuadrado, el morrillo baj, y puede matarlo a su gusto de una sola estocada.

- Que es lo que Don Juan hacía con sus vaquillas.

- Exactamente. Para mi amo no existe "la mujer", sino cada mujer, distinta de las demás, inconfundible. Haber descubierto la personalidad singular de cada una, incluso en aquellos casos en que permanecía escondida, es lo más incomparable de sus glorias, la que ningún otro profesional de la conquista, más o menos Casanova, podrá jamás arrebatarle. ¡Qué intuición la suya, amigo mío! ¡Cuántas veces no habremos pasado junto a una mujer cualquiera, una mujer a la que ningún hombre hubiera mirado, si no es don Juan! Yo le decía: "Mi amo, es una mujer vulgar". "Espera unos días", me respondía. Y, poco a poco, iba levantando la costra de vulgaridad hasta dejar al descubierto un alma resplandeciente. Claro está que no sería posible con la sola intuición. La vulgaridad con que algunas mujeres se enmascaran es impenetrable hasta para los ojos de mi amo. Pero mi amo ha contado siempre con su propia fascinación. Al sentirse fascinadas, las mujeres descuidaban su guardia, dejando un resquicio por donde penetrarlas."

3 comentarios:

José María JURADO dijo...

Como te dije por tlf. Hay una larga lista de mejores Donjuanes:

-EL Marqués de Bradomín. De Valle.
-El de Moliere.
-El de Tirso.
-El de Zorrilla siempre

Y EL MEJOR DE LOS MEJORES:

Don Giovanni, de Lorenzo, tocayo tuyo, Da'Ponte, siquiera porque le puso música W.A. Mozart y se alcanzó la meta de la lírica italiana.

Torrente...

marialonso dijo...

Me reconozco lectora intermitente de La Gran Temporada, más por vuestra buena letra, que por mi afición al toreo, que como sabe mi buen amigo, es nula. Él diría que por desconocimiento, aunque yo tengo mis dudas al respecto. En fin, que de repente me he topado con un asunto en el que me encuentro algo más letrada y menos ignorante, el de los don juanes. No sé si hay muchos donjuanes o bradomines en el coso y si sobra intuición o falta técnica. En cambio, sospecho que en el otro ruedo, el de Zorilla, hay ahora mucho toro bravo, y pocos toreros con intuición, y quizá sea mejor, no lo tengo claro. El torero de hoy en día gusta de un lento paseíllo con la cuadrilla para presentarse barroco y excesivo, recargado y almidonado hasta la coletilla. Hay mucho atrevido que sale a recibir al toro de rodillas (¿Porta Gayola?) y a la primera, zas, la cogida. No sé si en el coso taurino son frecuentes estos recibimientos, ya me aclararéis, pero en el otro son igual de habituales como ineficaces, todos salen heridos. Aunque no me faltan ganas para seguir con la descripción de la corrida literaria, y por no monopolizar comentarios en vuestra entrada, sólo comentaros que hay ahora mejores toros bravos que toreros, que cada vez hay más toreras y mucho torero que sale malherido antes del último tercio.

Anónimo dijo...

Un torero no es un artista, un torero es un ser enfermo. Un cobarde.
El toreo es martirio, tortura y asesinato.
Todo torero es un ser sadico que descarga su sadismo sobre un noble animal indefenso (que vos sabes bien que venia siendo torturado desde antes de la corrida).
Todo torero es un asesino.
No se trata de que sea mi vision, ni de que a mi no me guste. Se trata de lo que es en realidad.
Como todos los aficionados a las corridas, no estan preparados para ver la realidad de lo que esconde ese negocio sucio,por que seguramente son parte de el.

El martirizar NO ES ARTE.
El torturar NO ES ARTE.
El matar NO ES ARTE.

TODO TORERO ES UN ASESINO.