Podríamos ponernos a buscar los matices, los acentos, las precisiones más sutiles de cada uno de los toros y de los toreros. Pero sería un ejercicio insustancial. La corrida de Montalvo ha sido mala, muy mala. Y con una corrida muy mala uno puede pontificar sobre la actitud de los toreros, su disposición, su técnica y sus artimañas. pero al final será un ejercicio intelectual de unos pocos iniciados que de poco servirá para el disfrute de las más de 20.000 personas que hoy estábamos en los tendidos de Las Ventas.
Curro Díaz en el primero dejó algunos detalles de clase. Pero el toro era muy flojo y no transmitió nada. El cuarto fue el mejor toro de la corrida, y sin ser un buen toro dejó la sensación de que el torero podía haberse comprometido algo más. Curro conoce bien a la plaza de Madrid y sabe que se derrite con un pase desmayado por bajo. Y él los da de un modo mágico. Pero a la gente le hubiera gustado ver tres o cuatro series ligadas y rematadas con uno de pecho o un kikirirkí. Un toreo que fuera más allá de lo estético puntual, quiere decirse.
Ureña en el segundo tuvo muy pocas opciones. Y en el quinto salió a torear de muleta muy mermado después de que el toro le hubiera empotrado contra las tablas tratando de torearle con el capote. A este le dio una tanda buena. A los dos los despachó con estocadas haciendo guardia. ¡Vaya cuatro días de malas estocadas que llevamos!
A López Simón hay parte de la plaza que le anda buscando. Y no tanto por él sino por la habilidad que ha tenido de rodearse de lo peorcito en su equipo. ¡Manda huevos que un torero tenga que tener un equipo -recordemos a Antoñete o a Antonio Bienvenida en el día del santo y pensemos si tendrían a su lado a un sujeto como Julián Guerra pegándoles gritos desaforados desde la barrera-!
López Simón sabe torear. Pero hoy no lo ha demostrado. Ha dado cientos de pases, pero todos insustanciales, vacíos, ayunos de cualquier atisbo de arte, de gracia o de hondura. Le hemos visto otras veces torear bien (o sea, que sabe hacerlo). Lo mismo algún día vuelve a querer demostrado en la primera plaza del mundo.
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