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viernes, 7 de noviembre de 2014

El comunicado de un aficionado (vs ANOET)


Este aficionado que lo es, y que con su dinero acude cada año a más de sesenta festejos taurinos en más de diez plazas de toros de España (y, cuando hay suerte, alguna de Francia), debido al grave deterioro anímico que le ha producido leer el comunicado de la Junta Directiva de ANOET de 5 de noviembre de 2014, hace balance de los problemas que acechan al sector taurino siguiendo la misma línea discursiva propuesta, a fin de valorar si nos encontramos ante una desgracia bíblica de la que nadie es responsable, o si nos encontramos ante una crisis causada por desidia e incompetencia de los abajofirmantes del otro comunicado. Porque de ser esto último, la crisis de fondo, acuciada por la recesión económica que viene padeciendo España, bien podía tener remedio con trabajo de quienes, en el empresariado, tengan capacidad para revertir una situación complicada y con el relevo, la jubilación o la “quiebra” (hoy, técnicamente, el concurso de acreedores) de quienes carezcan de afición, empeño o capacidad, que, a decir de muchos aficionados y profesionales, son la mayoría de los abajofirmantes.

Sorprende e ilusiona que los empresarios recuerden que el empresario taurino es quien imagina, crea y vende el espectáculo. Siempre es reconfortante saber que estos ciudadanos tienen claro su cometido en la Fiesta… aunque luego desafortunadamente sus hechos desmientan sus propósitos. Porque si uno repasa los carteles de esta última temporada, y los compara con los de la temporada anterior y con los de muchas temporadas atrás, cualquier palabra puede calificarlos menos la de imaginación. Sí es cierto que en ocasiones “crean” el espectáculo, pero no en el ruedo, en el que supongo no tratarán de suplantar a los toreros, sino en sucedidos como una cierta comida en Sevilla de hace un año que ha “creado” la más nefasta temporada en el coso del Baratillo que se recuerda.

Nada que, objetar, en todo caso, a que los empresarios tiene una privilegiada visión de conjunto del estado de la Fiesta, aunque surjan dudas de que realmente consigan armonizar a todos los partícipes del espectáculo, como gustan pregonar. Y es de agradecer que pretendan trasladar su análisis a todos los sectores y a la afición.

Aunque pronto surge nuevamente la frustración cuando, tras un párrafo de obviedades, declaran con grandilocuencia que “el mundo de los toros está en quiebra”. ¿Ese párrafo y los siguientes dónde sólo se habla de conceptos genéricos y de dineros para quejarse que no le salen los números es lo que un empresario del siglo XXI entiende por “análisis” de un sector económico y una manifestación cultural? En los últimos años, ha habido trabajos extraordinarios de aficionados que han analizado con rigor y solvencia el sector taurino desde muy diversos ángulos. Y los empresarios (como, por lo demás, las administraciones competentes y los demás sectores de lo taurino) los han obviado o los han utilizado en su beneficio y manipulado según su conveniencia. Esos trabajos desinteresados contenían (contienen) análisis serios, propuestas de actuación, visión de futuro,… Esos libros, artículos y blogs, que ha salido de quienes pagan, y no de quienes por generaciones han vivido de lo que sucede en el ruedo, eran mucho más serios y rigurosos que estos dos párrafos de lamentaciones que llaman análisis quienes deberían dedicar parte de sus ingresos a propiciar el estudio de la la Tauromaquia de forma sistemática y a divulgar sus valores y virtudes.

Porque, veamos:

·         Las condiciones de contratación, arrendamientos y cánones desorbitados, ¿no los han generado con pujas temerarias en las últimas dos décadas los mismos que ahora protestan?

·         ¿Los concursos desiertos y la imposibilidad de concurrir a según qué plazas no es algo de lo que podrían también quejarse muchos nuevos empresarios a los que por las insinuaciones más o menos veladas de los abajofirmantes se les impide concurrir exigiendo niveles inasumibles de “experiencia” en la gestión de plazas de primera y de segunda?

·         ¿Las cargas sociales y fiscales no son las mismas que desde hace décadas, cuando nadie se preocupó de luchar por un IVA reducido o por una estructura de Seguridad Social que protegiera a los profesionales con un sistema más razonable de cotizaciones?

·         ¿A qué se refieren cuando hablan de que La Fiesta se encuentra paralizada en su evolución por unos inmovilismos vestido de tradición”? Por cierto, ¿no sería mejor para la Fiesta una mayor transparencia en todos los ámbitos y menos eufemismos?

·         ¿La marginación de los medios audiovisuales –obvia, evidente e injusta- no se debe a la absoluta ausencia de un sector estructurado, con equipos de profesionales de la comunicación, económicos y jurídicos al más alto nivel, como lo tienen sectores con mucho menor peso económico que el taurino?

·         ¿A qué hay que esperar para que den a conocer la “larga lista de agresiones” que dicen detallarán “cuando proceda”? ¿Qué tiene que suceder para que proceda?

·         La tauromaquia “no” necesita con urgencia el esfuerzo de todos sus integrantes para no caer en la marginalidad. Esto lo necesitaba hace muchos años, cuando ellos estaban nadando en la abundancia sin ver lo que sucedía con los jóvenes, con los medios audiovisuales, con los líderes de opinión,… Ahora el esfuerzo de la mayoría de sus integrantes debe ser para dejar paso sólo a los mejor preparados, de dentro o de fuera, y que se tomen en serio hacer normal en los medios y en los jóvenes lo que es normal para la sociedad española en la que la tauromaquia es el segundo espectáculo de masas.

Claro que es lícito que cada cual espere un beneficio por su aportación, como recuerda ANOET. Y claro que si alguno de los que forman parte del sector absorbe de forma indefinida pérdidas hace inasumible la continuación de su actividad. Pero algunos aficionados dudan de que esa absorción no sea asumible. Más aún si se analiza en el medio y largo plazo y se incluyen los beneficios de años atrás… Nuevamente, una mayor transparencia ayudaría a poder valorar mucho mejor la consistencia de algunas afirmaciones.

Y, desde luego, la conclusión no puede ser que porque algunos no ganen lo que esperan “la Fiesta se acaba”. ¿Puede hablarse de que la Fiesta se acaba cuando casi un millón de personas han acudido este año a Las Ventas? ¿Y cuando varios millones más han acudido a otros muchísimos cosos? ¿Puede hablarse de que la Fiesta se acaba cuando un chaval como José Garrido da la lección que dio en Bilbao? ¿Cuando un torero como Perera al que muchos de los abajofirmantes han ninguneado y despreciado temporada tras temporada por su independencia está en el momento de forma que ha demostrado? ¿Cuando en una sola tarde en Istres Joselito es capaz de hacer soñar a toda la afición? ¿Cuando José Tomás congrega a miles de aficionados de todo el mundo cada vez que se anuncia? ¿Cuándo Miura o Parladé echan corridas como las de Madrid, Victorino está en plena recuperación, Garcigrande, Victoriano del Río y otras muchas ganadería de diversos encastes consiguen el tipo de toro que está saliendo muchas tardes –aunque todavía menos de las que quisiéramos, algo en lo que los empresarios tal vez también puedan influir…-?

No, la Fiesta no se acaba. La situación económica de la Fiesta es muy complicada. Y el reparto del dinero que genera (que es mucho) probablemente tenga que reajustarse entre los diversos agentes que componen el sector. Pero eso, en cualquier sector de actividad, se hace con inteligencia y en reuniones de profesionales cualificados. Como son profesionales cualificados los que tienen que proponer e implementar un plan para lograr que la Fiesta tenga la repercusión pública que merece.

A eso, desde la humildad, la afición y el trabajo, es a lo que deben dedicarse los empresarios. A lo que se dedica cualquier empresario del siglo XXI. Y no a lamentarse que está en quiebra y se acaba un espectáculo que mueve millones de personas cada año y que constituye la ilusión y la razón de ser de tantísimos profesionales y aficionados.

Como bien dicen al final, El toreo es un arte único e irrepetible, no bien comprendido por todos, pero es un patrimonio cultural de un valor incalculable, ahora está en nuestras manos que este legado no se pierda”. Completamente de acuerdo, pero elijan bien las manos, porque no todas sirven igual para tan importante empeño.