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viernes, 6 de febrero de 2009

Valdemorillo (6 de febrero de 2009) - Las cadenas del toreo


Uno ha hecho poco turismo por la Comunidad de Madrid (o por la Provincia, que es como se le llamaba antes de que se inventaran funcionarios para reducir el número de parados del INEM). Uno conoce El Escorial, Aranjuez, El Valle de los Caidos (con perdón), algunas urbanizaciones de postín donde me han agasajado amigos con posibles y poca cosa más. Y por eso no tenía muy claro dónde estaba Valdemorillo.

Hoy he descubierto gracias al Tom-tom que Valdemorillo está en el norte. A no más de veintitantos kilómetros de Majadahonda que es uno de esos núcleos de urbanizaciones de gente de bien. Y se llega por carreteras de trazado reciente. ¡Menos mal! La nevada que estaba cayendo cuando he llegado a eso de las cinco era de asustar. Hasta tal punto que ya estábamos los de la capital preguntando si por allí había algún hostal que nos pudiera acoger para echar la noche. Porque muchos no habíamos tenido siquiera la precaución de ir con cadenas (y aunque hubiéramos ido con ellas, a ver quién era el listo que sabía ponerlas).

Pero casi mejor no ir con cadenas. Porque quiera uno o no, éstas aparecen cuando hacen falta y cuando no se las echa de menos. Y lo importante no es saber ponerlas, sino quitárselas. Romperlas. Deshacerlas.

Como esta tarde, que los tres toreros han sido condenados con unas cadenas de las que les ha resultado muy difícil sustraerse: seis toros seis que no han colaborado para nada con los matadores y que les han obligado a justificarse por encima de otras consideraciones estéticas.

Eso sí, con cadenas parecidas los hay que las llevan con soltura (vamos, que las ignoran y las revientan) y otros a los que se les agarrota el pulso y el ánimo.

Curro Díaz recibió bien de capa a su primero, al que luego le hizo una faena de muchos pases sin especial ajuste. Buen trazo pero escaso empaque. Al final para mí que echó a perder el toro más interesante del encierro. Pero eso es muy complicado de saber cuando se trata del primero de la tarde y, para él, el primero de la temporada.

El cuarto fue un toro más complicado que protestaba mucho por el lado izquierdo. Con la derecha consiguió sacar algunos muletazos realmente interesante (uno muy bueno), pero no hubo opción a una faena estructurada y ligada. Al final estuvo bastante poderoso y consiguió entusiasmar al público. Para los de las estadísticas: 1 oreja.

Juan Bautista ha sido el que peor ha llevado las cadenas. Tal vez porque los franceses se las quitaron hace bastante, prefiriendo ponerlas a sus vecinos (esos que por aquí gritaban lo de vivan las caenas). A lo que íbamos, que en el segundo, un toro muy descastado, que daba muchos arreones y causó bastante desconcierto en banderillas, él estuvo muy serio en la cara del toro, intentando hacer las cosas bien, trazando bien los pases, dejando la muleta en la cara del toro, con cierta hondura,… Quede constancia del reconocimiento a su labor, pero poco más. En el quinto dio muchos pases. El toro no ayudaba, pero también nos dio la sensación de que el torero estuvo menos centrado. No tenía mucho sentido un trasteo tan largo. Sobre todo con el frío que estábamos pasando a pesar de que la plaza es cubierta y supuestamente climatizada (efectivamente hacía menos frío que en la calle, pero aún así hacía falta tener valor para estar sentado un par de horas).

Daniel Luque, por su parte, hizo lo más destacado. No fue el que tuvo mejor suerte con su lote, pero demostró mejor sitio o más pundonor, que lo mismo da al final una cosa que la otra. Esperábamos ver ese toreo a la verónica del que tanto habíamos oído hablar pero tuvimos que conformarnos con unos delantales (muy buenos, eso sí) de recibo al tercero. Con la muleta estuvo tremendamente serio toda la tarde. Muy pausado. Haciendo las cosas bien: poniéndose en el sitio, citando de frente, trazando relajado,… En el tercero se llevó un revolcón sin más consecuencias y nos dejó algunos naturales de enjundia (uno absolutamente excepcional). Toreo de mucha clase que habrá que degustar con oponentes de más interés. Al sexto lo toreó sobre todo a media altura por su falta de fuerza, pero haciendo todo con mucho sentido (incluso cuando mandó callar la música). Intentó torear con variedad, con pases largos,… pero el toro estaba muy parado. A pesar de lo cual, supo conectar con el público que reconoció la seriedad del esfuerzo. Cortó una oreja en el tercero y dos del sexto y salió por la Puerta Grande. Sólo una cosa que objetar: la peña taurina que le acompañaba y que jaleaba todo, bueno, menos bueno y… antes incluso de que sucediera. No lo necesita. Al final son cadenas de las que también hay que desprenderse.
(La imagen está tomada entre el segundo y el tercer toro desde dentro de la Plaza)

1 comentario:

José María JURADO dijo...

Qué afición, Lorenzo, qué afición... yo ya sólo voy a los toros andando.

Y para cadenas, las de la Puerta del Príncipe.

¡vivan las caenas!