Nos vamos al Puerto, al Puerto de Santa María, a ver los toros del atlántico, como vimos antes los toros mediterráneos de Barcelona, los fluviales toros romanos del Betis, los toros mesetarios de Madrid.
¡Ay Lola! Cuando la Lola se va a los Puertos la Isla se queda sola.
Aquí se quedarán sola Las Ventas (todo en venta) y la Maestranza (todo en danza).
Hemos preparado la furgoneta para los dos grandes diestros que se anuncian: Lorenzo Clemente, “el Garrigueño” y José María Jurado “el niño del Almanaque”, llevamos en la maleta los ternos de purísima y oro para anunciar el verano (Lorenzo), plata y azabache catafalco para despedirlo (José María).
La cuadrilla al alimón: buscamos un mozo de espadas que nos lleve el búcaro, nos sirva los anisetes y nos despeje una mesa en Casa Flores.
Pues eso: al Puerto, donde llega el aire salobre del mar a la Plaza, ¡quién no ha visto toros en el Puerto, no ha visto toros! (Joselito), con sus golondrinas revoloteando por las vidrieras becquerianas de su balconcillo presidencial, sus corchetes uniformados que tocan el clarín subidos en un escabel como quien anuncia un pleno por bulerías de la sesiones constitucionales (¡viva la Pepa!).
Llevamos preparada la camisa guayabera, el cheque para el marisco, el sombreo de jipijapa, el café de puchero, el puro habano y el cante jondo porque nos vamos al hemisferio austral: al rincón del Sur, donde pasan nubes como toros acaracolados de Alberti, donde salen toros de Villalón con los ojos verdes, donde la plaza se eleva y se torea al borde del mar, al borde del verano y se vive en una barcaza lenta con las redes de pescar rotas.
En “fragoneta” o calesa, la cuadrilla de la Gran Temporada (¡ay Quiñones!) se va al Puerto buscando el capote azul de Paula por el cielo.
¡Ay Lola! Cuando la Lola se va a los Puertos la Isla se queda sola.
Aquí se quedarán sola Las Ventas (todo en venta) y la Maestranza (todo en danza).
Hemos preparado la furgoneta para los dos grandes diestros que se anuncian: Lorenzo Clemente, “el Garrigueño” y José María Jurado “el niño del Almanaque”, llevamos en la maleta los ternos de purísima y oro para anunciar el verano (Lorenzo), plata y azabache catafalco para despedirlo (José María).
La cuadrilla al alimón: buscamos un mozo de espadas que nos lleve el búcaro, nos sirva los anisetes y nos despeje una mesa en Casa Flores.
Pues eso: al Puerto, donde llega el aire salobre del mar a la Plaza, ¡quién no ha visto toros en el Puerto, no ha visto toros! (Joselito), con sus golondrinas revoloteando por las vidrieras becquerianas de su balconcillo presidencial, sus corchetes uniformados que tocan el clarín subidos en un escabel como quien anuncia un pleno por bulerías de la sesiones constitucionales (¡viva la Pepa!).
Llevamos preparada la camisa guayabera, el cheque para el marisco, el sombreo de jipijapa, el café de puchero, el puro habano y el cante jondo porque nos vamos al hemisferio austral: al rincón del Sur, donde pasan nubes como toros acaracolados de Alberti, donde salen toros de Villalón con los ojos verdes, donde la plaza se eleva y se torea al borde del mar, al borde del verano y se vive en una barcaza lenta con las redes de pescar rotas.
En “fragoneta” o calesa, la cuadrilla de la Gran Temporada (¡ay Quiñones!) se va al Puerto buscando el capote azul de Paula por el cielo.
Los carteles (véase entradas):
Sábado 4
Toros de Parladé
E. Ponce
J. Conde
S. Castella
Domingo 5
Toros de Torrehandilla
Jesulín
Juli
Manzanares
Domingo 12
Núñez del Cuvillo
Finito
Finito
José Tomás
El Cid
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