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sábado, 6 de julio de 2019

Juventud, gin y toros

En la última feria de San Isidro ha resultado llamativa la importante presencia de jóvenes en las gradas. Se advirtió en los primeros días y se fue manteniendo e incluso creciendo según avanzaba la feria.

Hace unos pocos días, cenando con unos amigos y varios conocidos suyos, salió el tema de los toros, San Isidro, Roca Rey, Pablo Aguado, las cornadas,... y hubo dos o tres matrimonios con hijos adolescentes que comentaron que este año esos chavales habían ido por primera vez a los toros en San Isidro y que habían ido en grupo con sus amigos. Los niños no venían de familias en las que hubiera afición (tampoco contrarias a los toros), y ellos tampoco habían mostrado ningún interés hacia la tauromaquia hasta esta feria. Parece que estos jóvenes iban a la feria porque se había puesto de moda en ciertos grupos el plan de después (el de las terrazas de la plaza, la música en directo, la gente que se juntaba,..) y consideraban que lo propio era poder ir desde antes, a ver la corrida y luego a todo lo que se terciara.

He venido dando vueltas desde entonces a este fenómeno y a cómo puede afectar a la evolución de la afición en Madrid y a la propia defensa de la tauromaquia y reconozco que tengo sensaciones contrapuestas. Por un lado, los aficionados tenemos claro que la tauromaquia es algo muy serio como para que sea la excusa o el aperitivo de unas copas o una noche de ligoteo; que se puede dar, sí, pero que lo que sucede en el ruedo sea lo menos relevante, no. Además, somos conscientes de que en todos los sitios en los que se ha menospreciado lo que sucede en el ruedo y se ha primado lo accesorio (para dar gusto, por ejemplo, a los turistas), la afición ha huido de la plaza y la fiesta ha acabado desapareciendo (Barcelona, Benidorm, Palma o Marbella son buenos ejemplos).

Pero, a la vez, es evidente que la presencia de muchos jóvenes nuevos en la plaza más importante del mundo es una riqueza que no puede desaprovecharse. Y que la razón por la que cada uno acuda las primeras veces a una plaza es muy variada. Algunos llegamos porque era una parte esencial de las fiestas en nuestra ciudad, otros fueron después de admirar al toro en el campo, otros porque estaba de moda o era el lugar donde ver y ser vistos,... No es tan importante por qué se llega sino si después es posible reconducir al espectador ocasional en alguien (si no aficionado) al menos interesado, que vaya conociendo y apreciando más la fiesta y toda su variedad y grandeza.

Que la empresa Plaza 1 haya conseguido atraer a esos jóvenes es una victoria. Y aunque no sé cómo se ha logrado ese fenómeno entiendo que no es algo casual, que probablemente se estén tocando resortes de comunicación formal o informal muy diferentes a los de la tradicional publicidad taurina. Y que quizá lo que se hayan destacado no son los carteles de toros y toreros sino la experiencia de una noche en Las Ventas.

Ahora toca "taurinizar" a esos jóvenes. Hace unos pocos días, Paco Aguado en Cuadernos de Tauromaquia volvía a insistir en la importancia de que los jóvenes vieran la tauromaquia con normalidad y recordaba cómo en nuestra juventud eso lo daban las retransmisiones de televisión (sobre todo de TVE, pero luego también las "privadas") en abiertos. Retransmisiones en televisión por las que hay que seguir apostando como elemento esencial de la presencia social del toreo.

Pero ahora las formas de comunicación con los más jóvenes (que ven cada vez en menor medida la televisión y, desde luego, la televisión convencional) son mucho más variadas. Sería imperdonable que si se ha logrado llegar a los jóvenes y acercarlos a la plaza no seamos capaces de transmitirles los valores, la tradición y la cultura taurina.

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